Hanna Jarzabek, reportera gráfica hispano-polaca y candidata al Premio de Impacto del Periodismo de Investigación para Europa (IJ4EU) de 2024, presenta una imagen sombría de la situación en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, en la que miles de refugiados están intentando cruzar el bosque de Białowieża, llamado «la jungla».
Por Hanna Jarzabek
Desde noviembre de 2021 miles de refugiados, principalmente de países de Oriente Medio y África, han intentado cruzar el bosque de Białowieża, el último bosque primario que queda en Europa, situado a lo largo de la frontera entre Polonia y Bielorrusia. El bosque, llamado «la jungla» por algunos refugiados, es un lugar peligroso y difícil de atravesar, especialmente para aquellos que no están acostumbrados al duro clima del noreste de Europa. Muchos refugiados se quedan atrapados en el bosque durante largos períodos de tiempo, donde se enfrentan a condiciones extremas, como la falta de alimentos y agua, y un alto riesgo de hipotermia y muerte durante el invierno. Si son capturados por los guardias de fronteras, normalmente los devuelven al otro lado de la frontera, lo que implica quedarse en los bosques de la parte bielorrusa, a menudo por la noche, sin testigos y con sus teléfonos inutilizados para impedir la comunicación con el mundo exterior. Estos retornos forzosos, conocidos como devoluciones en caliente, se producen incluso en condiciones extremas, sin excepciones para mujeres embarazadas o personas al borde de la hipotermia, que son expulsadas igualmente a territorio bielorruso. Algunos de los refugiados han afirmado haber sufrido estas devoluciones en caliente en varias ocasiones, llegando hasta diecisiete veces.
El anterior Gobierno polaco construyó una valla fronteriza de concertina y reforzada en la base. Al igual que otras barreras similares, no impide que las personas intenten entrar en Europa, pero las expone a lesiones graves. Los guardias de fronteras también han instalado cámaras trampa en el bosque para detectar los movimientos de refugiados y trabajadores humanitarios. Sin campamentos para refugiados, estos se ocultan en el bosque para evitar devoluciones en caliente a Bielorrusia, y la creciente presencia militar dificulta el acceso a la ayuda humanitaria.
Desde el principio, la prestación de ayuda humanitaria en esta frontera se ha enfrentado a importantes dificultades. Después de que el Gobierno de extrema derecha perdiera el poder en octubre de 2023 surgieron esperanzas de un cambio en la política migratoria, pero ha continuado la violencia, el rechazo y el acceso limitado a la atención médica. En la actualidad, Médicos sin Fronteras solo opera con tres empleados a tiempo parcial para ofrecer asistencia médica a lo largo de una frontera de cuatrocientos kilómetros. La organización carece de base permanente, a diferencia de otras regiones fronterizas con flujos migratorios similares. Se enfrentan a condiciones difíciles, en las que a menudo proporcionan ayuda en la oscuridad y sin el equipo adecuado para realizar un diagnóstico preciso. Adaptan su tratamiento a las condiciones del bosque, por ejemplo, haciendo perfusiones intravenosas por la noche o prestando atención médica urgente en casos graves como cuando se produce un aborto.
Tras la construcción del muro, además de los problemas de salud se están produciendo varios tipos de fracturas, ya que las personas que intentan saltar la valla a veces caen de alturas de hasta cinco metros. Algunas de esas fracturas requieren operaciones complicadas y meses de recuperación. En esos casos, así como en los casos de hipotermia, la única solución es llamar a una ambulancia, sabiendo que la persona será detenida y vigilada por los guardias de fronteras durante su estancia hospitalaria. Cuando la persona sale del hospital, la guardia de fronteras decide, en función de sus propios criterios, si la envía a un centro cerrado para extranjeros o a otro abierto. Según el testimonio de varios entrevistados, había situaciones en las que algunos refugiados, tras finalizar su estancia en el hospital, fueron transportados por los guardias de fronteras otra vez al bosque y devueltos a la parte bielorrusa, para comenzar la historia de nuevo desde el principio.
En los últimos meses, el número de soldados estacionados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia también ha aumentado de forma constante, como consecuencia de la escalada de las tensiones en la región. En junio de 2024, un migrante en la frontera apuñaló a un soldado polaco, que más tarde murió a causa de las heridas. Como respuesta, el nuevo Gobierno intensificó su campaña contra la migración e introdujo una ley que permite a los soldados utilizar armas siempre que lo consideren necesario, sin tener que rendir cuentas por sus acciones. Esta decisión suscita importantes preocupaciones, en particular a la luz de anteriores incidentes alarmantes relacionados con el uso de la fuerza. Por ejemplo, en octubre de 2023, un refugiado sirio recibió un disparo por la espalda a la luz del día, lo que le provocó lesiones graves. Del mismo modo, en noviembre de 2023, los voluntarios humanitarios informaron de que los guardias de fronteras disparaban en su dirección sin previo aviso mientras estaban intentando prestar ayuda. La nueva ley no solo entraña el riesgo de normalizar estas prácticas peligrosas, sino que también crea un clima de impunidad que pone aún más en peligro tanto a los refugiados como a los que ofrecen ayuda humanitaria. Al otorgar autoridad sin control a los soldados, esta política socava los derechos humanos básicos y podría agravar la violencia en una región fronteriza ya inestable.
Donald Tusk pretende proyectar la imagen de ser más abierto y consciente de los derechos humanos, pero su Gobierno sigue perpetuando el discurso de la administración anterior de presentar a los migrantes en esta frontera como una amenaza para la sociedad polaca, los deshumaniza y los etiqueta como terroristas o delincuentes. El Gobierno anterior también intentó tachar a los ayudantes humanitarios de ayudantes en la trata de seres humanos, un delito punible con hasta ocho años de prisión. Parece que esta política continuará bajo el Gobierno de Donald Tusk. El 28 de enero de 2025, cinco voluntarios humanitarios que asistieron a una familia de Irak y a un egipcio en 2022 se enfrentarán a un juicio que puede imponerles esa misma pena.
Además, la política migratoria recientemente anunciada (octubre de 2024) invita poco al optimismo. La zona tampón, introducida el pasado mes de julio, sigue en vigor, lo que restringe gravemente el acceso de las organizaciones humanitarias, incluida Médicos sin Fronteras, así como de los periodistas, lo que obstaculiza la prestación de ayuda a los refugiados y la documentación de las violaciones de los derechos humanos por parte de las autoridades polacas.
Sin embargo, el aspecto más controvertido de esta política es el plan de suspender el derecho de asilo en esta frontera, una medida que contradice de forma flagrante los derechos humanos fundamentales reconocidos en toda Europa. Además, esta política tendrá implicaciones de gran alcance para la población local de la región fronteriza, pero se ha desarrollado sin ninguna consulta previa con ellos ni con las organizaciones humanitarias. Estas organizaciones, que han trabajado incansablemente para prestar ayuda, también han recabado conocimientos críticos sobre la situación, las necesidades de los refugiados que intentan cruzar la frontera y los retos a los que se enfrentan. Ignorar estas cuestiones no solo socava los esfuerzos humanitarios, sino que también puede exacerbar una situación ya de por sí grave.
Este informe de investigación se ha elaborado con el apoyo de una subvención del Fondo de Periodismo de Investigación para Europa (IJ4EU).
Hanna Jarzabek es una reportera gráfica hispano-polaca basada en Madrid, con formación en Ciencias Políticas y experiencia como analista política para agencias de las Naciones Unidas. Su trabajo se centra en temas como la discriminación, la identidad de género, la diversidad sexual y los flujos migratorios a lo largo de las fronteras orientales de la UE, con un enfoque sensible y respetuoso. Ha publicado en importantes medios de comunicación como El País y Newsweek Japan, su trabajo se ha presentado a nivel internacional y ha sido reconocido con numerosos premios, entre ellos la candidatura para el Premio de Impacto IJ4EU de 2024 y el Premio Leica Oskar Barnack 2023.
Foto del proyecto «The Jungle»:
Pie de trinchera, una infección fúngica que afecta a los pies y uno de los problemas de salud más comunes entre los refugiados que intentan cruzar el bosque de Białowieża (octubre de 2022).
Ocultar